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martes, 22 de marzo de 2011

Paseando entre la realidad y la apariencia



Has tocado a la puerta, 
 retumbado el timbre del teléfono;
te has asomado por las ventanas.

¿Cómo es que quieres entrar a este lugar fortuito?

No conoces las paredes, ni habitaciones, 
qué hay en cada estante;
que accesorio cubre cada mueble, 
cómo juegan la luz y oscuridad.


Yo que he vivido como ave enjaulada, 
cantando por un poco de alimento, 
sedienta y estática mientras oscurecía mis ojos. 

Como un pez en este mundo turbulento, 
que no conoce las palabras.
Como cordero, 
que aún sabiendo que sacrificarían mi suspiro, 
me entregaba a la suerte ajena.

He corrido como un corcel a las orillas de un mar abierto, 
he sido un delfín de circo, 
una gatita escondida.

 También he jugado a ser leona, 
silente serpiente que espera clavar los colmillos. 
Me he llevado sangre a la boca, 
se han llevado la mía en otra boca.

Castigada como yegua de carga pesada,
olvidada como mascota en vacaciones lejanas,
desvalijada como aldea. 

He llorado con unos ojos inmensos y melancólicos, 
como los de las vacas;
me he quejado como un águila herida, 
 he sentido la soledad aún cuando miles de persona me rodean, 
ardillita aprisionada.  


Emociones tornasol, 
cambian al son de las circunstancias.

Yo también he querido entrar a casas ajenas, 
con el corazón en la boca y las venas histéricas.

Arriésgate a ganar en mi campo.