Me invitó a
dar una vuelta en su monopatín, me sujete mientras pasamos entre las bocinas de
los carros que no paraban de sonar.
Finalmente nos detuvimos; este ángel con facciones de gato se deslizó por mis antebrazos, algo molesta con lo sucedido me levante de golpe argumentando lo cansada que estaba de ser siempre yo quien esperara con los brazos abiertos listos para abrazar.
Finalmente nos detuvimos; este ángel con facciones de gato se deslizó por mis antebrazos, algo molesta con lo sucedido me levante de golpe argumentando lo cansada que estaba de ser siempre yo quien esperara con los brazos abiertos listos para abrazar.
El ángel,
desconcertado, corrió hacia mi golpeándome tan fuerte que perdí la razón. Al
despertar tenía mariposas en el cabello, las aves iban confeccionado un traje a
mi cuerpo, flores de todos los colores corrían por mi rostro. Las ardillas iban
raspando de mis manos estas palabras.
La Luna y el sol observaban mientras me levantaba.
La Luna y el sol observaban mientras me levantaba.
Allí estaba
el ángel con una gran sonrisa y sus brazos se elevaron tan alto que los perdí
de vista, hasta que sentí un calor tan fuerte que me acogía y al mismo tiempo
se sentía tan fría... Era la brisa convertida.
El ángel reía mientras que me decía al oído que de ese día en adelante me regalaba todos sus abrazos en el viento, que las mariposas siempre volarían por mi cabello como suaves caricias, de esas que reconfortan... Que siempre podré acercarme a las flores para que limpien mis lágrimas y le den color a mis mejillas. Las aves podrán hacerme sentir viva al tocar mi cuerpo -e ir haciendo con hilos- trajes que me protejan del silencio y las ardillas siempre estarán dispuestas a escuchar cada palabra que tengo por decir.
El ángel reía mientras que me decía al oído que de ese día en adelante me regalaba todos sus abrazos en el viento, que las mariposas siempre volarían por mi cabello como suaves caricias, de esas que reconfortan... Que siempre podré acercarme a las flores para que limpien mis lágrimas y le den color a mis mejillas. Las aves podrán hacerme sentir viva al tocar mi cuerpo -e ir haciendo con hilos- trajes que me protejan del silencio y las ardillas siempre estarán dispuestas a escuchar cada palabra que tengo por decir.
Todos se
elevaron junto a mí y presionaron sus alas, sus picos, sus patas, sus hojas, en
un intento de beso grupal cada vez más y más fuerte hasta quedar aturdida de
tantos gestos de maravilla.
El ángel me invitó nuevamente a su monopatín mientras me señalaba
diferentes estrellas, me dejó en la acera, se elevó tan rápido en la calle
oscura que desapareció en unos segundos. Y allí me encontraba confundida, sin
sonidos, sin personas.
Minutos después caminaba lentamente hacia mí un gato. Se detuvo, maulló, y
con su cola se despidió dejando una flor sobre un papel por el que revoloteaban
mariposas,
la nota decía "siempre
estará en ti"