Casi
como el último sorbo de esta botella,
así
es ella.
La observo mientras la llevo a mi boca,
poco
a poco veo como se desvanece hasta desaparecer.
Yo me la quedo en los
labios, saboreándola.
Cierro los ojos y la imagino junto a mí,
con su hermosa sonrisa
¡que
me para los pelos de punta!
con
su picara mirada.
Quiero
salir a buscarla,
tomarla del cuello a la cintura.
Despeinar
su cabello,
unir
mis labios a su piel durazno,
aspirando
con más intensidad su olor,
besando sus pies fríos.
Celebrando
en sus curvas
mientras ella a carcajadas me pide que la bese toda.
Vuelve mi alma al cuerpo.
Se levanta corriendo pidiendo que le lea un
poema,
corre más lejos y busca unas cervezas,
me pide que le lea con más
fuerza,
las hojas de los libros se convierten en hojas de árbol recién caídas
pasamos de una habitación a un bosque llamado “verde”.
Me
pide que no vaya al trabajo,
que
deje el celular a un lado,
que olvide a mis amigos,
que
sea solo de ella y para ella.
Al
fin de cuentas sigo aquí esperando que desvíe la mirada
volteé a verme,
que
suene el teléfono,
que entre un mensaje de texto,
que suene la notificación del
Facebook,
que aparezca ella.