Creo
fielmente en las capacidades de mis compañeras, sin subestimar su apariencia o
su preocupación por ella.
No
me preocupa ser el aliento de un hombre,
yo, en esencia, soy: aliento, exhalación y respiración.
Me
manejo bajo la melodía del viento, del tiempo.
Puedo
tener la sonrisa de confianza para mis hijos, la cálida sonrisa para mis
amigos, la sensual sonrisa para mi amante y hasta la honesta sonrisa para
mirarme al espejo y agradecer lo que soy.
Aun
cuando estoy contra los patrones instruidos por la sociedad,
por
lo que algunos libros intentan explicar,
por
lo que los medios tratan de vender,
por
lo que los hombres quieren ver.
Soy mujer porque mi espíritu lo encarna, mi estrógeno lo confirma,
mi
capacidad para dar vida y cuidar de ellas, dentro y fuera de mí.
Empuño la fuerza para agradecer a mi madre traerme al mundo, mantenerme en él
y enseñarme lo necesario para mediar entre el “deber ser” y lo que quiero ser.
Reconocer
que podría enamorarme y sentirlo en la sangre,
Ser
una hoja en el otoño, el sol radiante en el verano, una suave flor en
primavera, la temperatura en el invierno.
Soy
mujer porque me encanta serlo,
fiel
a mis ideales,
valiente en reconocer mi sexualidad, sensualidad y erotismo.
La
mujer que quiero ser.