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domingo, 15 de noviembre de 2015

Todo lo que necesito

Conozco una chica a la que le vibran los párpados, 
se sujeta las manos como si de eso dependieran las lágrimas se pierdan en su pecho. 

La he visto sonreír
con luceros recogiendo su cabello y polvo de Luna en sus mejillas. 
Es tan grato que no añore, sólo que sienta.

Tiene una suave voz con la que va por allí dejando a su paso hilos de preguntas, 
residuos de insomnios.

Ella se promete a diario que las cosas serán mejor: 
porque el sol ha vuelto de viaje, repite.
Se dice que cuidará de si misma, 
pero tan pronto deja verse en el espejo, 
entran un caudal se emociones.

Desesperada pide auxilio, 
grita por sentimientos prestados, 
ruega por palabras que le recuerden su nombre, sus virtudes.

En ese ciclo va dejando un cementerio de "te quiero" justo en la espalda, 
cae en un profundo sueño para iniciar la mañana con promesas así misma que no cumplirá.

Conozco a una chica que le avergüenza decir su nombre y por eso sólo dice "soy yo".