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martes, 25 de diciembre de 2012

Lascivia

Tengo una idea resplandeciendo cálidamente,
una imagen que va alcanzando por completo mi atención.
Es etérea, ligera.

Tus pómulos en el borde de mi cadera,
el roce de tu húmeda lengua buscando mi húmeda expresión.
Tus brazos sosteniendo mi piel vehemente,
mis fogosas piernas arqueando tu espalda.  

Es así como te vienes a mi mente,
es así como desearía tenerte.
Colmarte de mí estrógeno una y otra vez. 

domingo, 16 de septiembre de 2012

A ningún lugar

Se me viene a la mente que quizás son los amigos,
el horizonte que se pierde en las luces de los carros,
o es la música que a diario me tambalea.

Se me viene a la cabeza que ando buscándome por allí
buscándome, a veces sin quererme encontrar.
Me reflejo en las lágrimas de las personas que quiero, 
vagando por allá, por acá, con la cabeza en todas partes, 
el aliento en un hilo.

Se me ocurre que quiero ser egoísta y pensar en mí, 
pero fallé constantemente en esas clases de la vida. 
Ando a cuestas con ilusiones fallidas de mis sombras;
puedo sentirme en el lado oscuro de la luna. 

domingo, 1 de julio de 2012

Recurrente

Es así como mi sueño constante terminó siendo un número más de mi celular;
en pequeñas expresiones en espacios abiertos.
Lo quería devorar con la mirada,  
ese calor que emite hierve todo el moralismo de mi nombre.

¡Es que va por allí fijándose en otras curvas!
y no es que tenga problemas en la personalidad individualista de su pene, 
es que intervinieron emociones y ya no hay terapia que lo desvanezca de mi piel.

Busco la imperfección en su recuerdo,
pero me agravia la evocación de sus pecas, de su piel perfecta, de sus músculos buscando los míos, y de su rostro tomando toda mi excitación.

Busco, 
juro por mi mejor orgasmo que busco firmeza en sus acciones, 
simplemente aparece y desaparece cuando lo desea, 
dejando mis manos vacías y mis pensamientos como duraznos en cactus.

Pero creo tener la solución: ¡lobotomía!

domingo, 13 de mayo de 2012

23 minutos

Siempre consiente mis lunas excitadas,
conoce mi mirada; la forma de acercarme a sus piernas; 
el gesto de mis labios; el cambio de mi voz. 
Conoce mis límites y fronteras, 
hasta donde puede llegar mi corazón.

Culmina dejando mi horizonte blanco, húmedo.
le da calor a mi alma.

Me hace el amor y me convierte en el,
vienen de nuevo esos ataques, mis piernas tiemblan y mi mirada se nubla, los libros dicen que son orgasmos múltiples, yo digo que son flagelaciones a mi ego de no quererlo lejos.  


El agraciado accesorio de mi cama

Perdía la cabeza con esos labios,
su piel parecía un manjar para mi lengua. 
No podía mirarle sin sonreír.

Con cada roce deseaba que esas manos vinieran por mí,
Y vinieron; una y otra vez en la misma noche, en el mismo lugar, con diferentes sentimientos murmurados en gemidos.
Ele allí abrazando mi almohada, 
soñando en mis sabanas coloreadas.
Fue una noche bastante extraña por lo demás, 
conocí hasta su lunar más perfecto, lo imperfecto quedó en la despedida.

Tomó mis manos y las privó para continuar el desenfreno, 
se llevó el aroma de mis pezones en elegantes movimientos y absorbió todo el calor de mi vientre mientras escuchaba mi voz.  
Sonrisas iban y venían; 
la picardía de las estrellas se había estacionado en la tenue luz que nos acompañaba. 

Perdí la noción de donde estaba mi boca, mi cabello; mis piernas.
Gotas de sudor corrían por su espalda y flotaban en mi libido, 
su rostro mostraba la fascinación de mantenerme en el lugar y el momento adecuado para mostrarme el placer, su placer. 

Yo como pétalo en lago, permitía que moviera mi cuerpo al son de su deseo.
Pude haber fallecido en ese momento, pero vamos solo era sexo ¿no?
Nada que un espíritu egoísta e individualista como el tuyo no pudiese brindar.
Nada que no se pueda cambiar.

martes, 1 de mayo de 2012

¿Cuánto más?

Baje la guardia al mirar el espejo y ahora tengo el alma llena de piratas colonizando mi libre albedrío.

miércoles, 21 de marzo de 2012

A mi Abuela.

“Para que nada te lastime usa el escudo de tu silencio”
Era la mejor enseñanza que me podía dejar mi abuela mientras caminábamos entre arboles y hojas secas.
Siempre he sido temerosa, y de eso solo me quedan los recuerdos de pasos crujientes entre el suelo y café recién caído. 
Seguía el sonido de los perros a lo lejos, siempre vigilante de que no siguieran nuestros pasos, 
pero mi a mi abuela no le gustaba mirar atrás, así que solo seguía caminando como si hablara con la brisa o los restos de barba de palo que caían haciendo un umbral mucho más temeroso para mí.

Entonces yo decía “para que nada me lastime que nada me toque” aferrándome a su mano cansada.
Hablábamos sin pronunciar palabras, soñábamos en esas horas que todos se embriagaban, ella mirando mi dormir y yo tratando de encontrar su corazón.
En las mañanas dejaba caer su largo cabello entre su espalda, blanco, desde que lo recuerdo, y mientras la miraba, hacia gestos de cada cosa que debía hacer para comenzar un nuevo día.

La encontraba mirando por la ventana, como si esperara a alguien que nunca llegó. 
Solía contar historias, no historias de abuelitas que tejían y reían, historias tristes, como sus ojos algunos días.
Tenía un optimismo especial por mi pequeña sonrisa y mis inquietantes manos,
siempre imaginó que podía encontrarme en otro cielo, creando otras historias, alejándome de las ventanas para seguir caminando. 

Sin mirarme a los ojos decía que sería alguien sin nadie, ya saben, alguien con fortaleza interna. 
Pero la verdad es que me hubiese gustado seguir sus pasos, con el aroma del café; el sonido del riachuelo y las voces al fondo pronunciando nuestros nombres.

He tratado de darle mil vueltas a mi cabeza recordando si le dije “te amo” pero fallo en el intento, 
mis ojos se cristalizan, 
¿será que en ese idioma que solo ella y yo conocíamos, entendería lo que significó en mi vida? 
Creo que en el fondo buscaba no mirarme para no extrañarme porque sabía que me iría.
Ahora la extraño tanto, 
¿debo ser silente o solo seguir adelante sin que nada me sostenga?

¿Podrías venir una noche de estas y acostarte a mi lado mientras acaricio tus manos cruzadas?

No imagino como hubiese sido mi vida sin tus enseñanzas y la muralla que irradiabas.
Abuela, me haces tanta falta que no te lo dije en vida, y ahora todas las noches solo repito tu nombre.

lunes, 30 de enero de 2012

Al cabo de un tiempo

Una vez, al ser niña, se me perdieron los ojos,
gritando a todo pulmón mi madre me tomó de las manos y los colocó de vuelta suavemente hasta que pude ver de nuevo su bello rostro, sereno,
decía con su suave voz “deja de ver a la nada, es peligroso”.

Pasaron los días hasta que volviera a suceder, pero esa vez perdí los pies 
debí quedarme inmóvil, junto al columpio de la escuela.
Fui incapaz de buscar a mi padre, él debió perder también algo importante porque tampoco vino por mí en un largo tiempo. 

Entonces fue cuando gané un pequeño amigo que ha crecido conmigo y se llama miedo.
Miedo y yo hemos viajado en innumerables oportunidades; 
luego de perder mis ojos, se oscurecieron para poder ser un mejor escondite, 
y con la perdida de mis pies aprendí a correr más fuerte, es por ello que en mis viajes siempre continúo respirando con menos trabajo, más suspiros y toda una banda de experiencias.

Pero, no crean que no me he perdido de nuevo en la nada;
con el paso del tiempo llegué a estar sin cabello, 
resulta que mis neuronas también quisieron perderse,
viví en una noche casi eterna, sobre ella construí una laguna, para así no recordar esos largos días. Fusioné los rayos solares con la imagen del rostro de mi madre así cada vez que debo pasar por allí está ella con sus brazos abiertos y su sonrisa inmutable.

Cuando me pierdo en la nada me retumba el mundo.
Miedo y yo hemos estado discutiendo sobre eso, 
con mi última perdida casi se me ha ido el aliento,
no era extraño perder mis ojos, mis pies o mi cabello, pero no sé cuando comencé a perder sentimientos. 

Miedo conoció a alguien en uno de los viajes, y aquí entre nos, creo ha sido quién me desprende de ellos.
Siempre tiene una botella en la mano, un cigarro en la boca y balbucea de día y de noche, dormida, despierta.

Lo cierto de todo este caso es que me quedé varada entre la realidad y la nada, 
es doloroso, puesto que debo luchar por quién me mantenga de pie y erguida frente a otros ojos, 
pero algo estoy perdiendo que no me deja el sueño, ni comer en paz, ni buscar figuras en el cielo: 
estoy perdiendo la fe en los demás. 

No los critico, ni me molesto, 
creo que ellos también se pierden en la nada, 
pierden el tiempo, la cabeza, las palabras, y las promesas. 
Se pierden en algún lugar desconocido, y mi imagen va vagando por allí, dando vueltas en círculos. 

No les quiero perder la fe, porque no me hace feliz el silencio.
Eso me recuerda a una vez que perdí el habla, también observando la nada;
quedé muda por varios soles y varias lunas. 
Solo escuchaba música y dejaba que los libros hablaran por mí. 

Pasé un tiempo en recuperación y allí me inyectaron una buena dosis de empatía, 
pero ella ahora está en cama. 
Se dio cuenta que se va perdiendo gota a gota en las manos que sujeto: 
camino con los ojos oscuros –donde me escondo- los pies listos para correr, el cabello danzando con el viento y mi fe agonizando cerca del pecho.

Miedo me está llamando insistentemente junto a su nuevo amigo, 
bebiendo vodka y fumando yerba. 
Creo que quiere que observe nuevamente la nada, esto será peligroso.