Perdía
la cabeza con esos labios,
su
piel parecía un manjar para mi lengua.
No podía mirarle sin sonreír.
Con cada roce deseaba que esas manos vinieran por mí,
Y
vinieron; una y otra vez en la misma noche, en el mismo lugar, con diferentes
sentimientos murmurados en gemidos.
Ele allí abrazando mi almohada,
soñando en mis sabanas coloreadas.
Fue
una noche bastante extraña por lo demás,
conocí hasta su lunar más perfecto, lo imperfecto quedó en la despedida.
Tomó mis manos y las privó para continuar el desenfreno,
se llevó el aroma de
mis pezones en elegantes movimientos y absorbió todo el calor de mi vientre
mientras escuchaba mi voz.
Sonrisas
iban y venían;
la picardía de las estrellas se había estacionado en la tenue
luz que nos acompañaba.
Perdí la noción de donde estaba mi boca, mi cabello;
mis piernas.
Gotas
de sudor corrían por su espalda y flotaban en mi libido,
su rostro mostraba la
fascinación de mantenerme en el lugar y el momento adecuado para mostrarme el
placer, su placer.
Yo como pétalo en lago, permitía que moviera mi cuerpo al
son de su deseo.
Pude
haber fallecido en ese momento, pero vamos solo era sexo ¿no?
Nada
que un espíritu egoísta e individualista como el tuyo no pudiese brindar.
Nada
que no se pueda cambiar.
1 comentario:
"...su rostro mostraba la fascinación de mantenerme en el lugar y el momento adecuado para mostrarme el placer, su placer. Y yo como pétalo en lago, permitía que moviera mi cuerpo al son de su deseo."
A ritmo de pasión, de calor y complicidad... Fue tuyo en el gemido, en el placer infinito, en la mirada, en el deseo, en el movimiento, en el crujir de la cama…
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