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jueves, 15 de enero de 2009

A un por qué


Alcanzaría a detener mis pupilas sobre lo fortuito del tiempo.
Imaginar que puedo levitar entre demonios diarios,
sumergirme en esos momentos en que en mi rostro se dibuja una sonrisa

Podría derretir el plomo de los disparos,
construirte un altar, llena de mis versos, adornada con las perlas de mis ojos.

Dejar que entres en mí,
dejarme roer el alma por tu encanto,
alimentarte hasta que te inflames maravillosamente de mis males.

Siembras en mi cuerpo la luz,
dejo de ser un erial,
expulso el aroma de hojas jóvenes.

Tu sonrisa,
como una lluvia de verano reverdece mi ánimo, marchito por el paso de la guadaña.