Matizada
en el color naranja de las mañanas,
las
nubes revoloteadas forman mi suspiro;
trasladan
serenidad a mis ansias diarias de elevarme sobre la rutina.
Hasta el más pequeño roce me recuerda lo mucho que me gusta concebir
besos,
que mi boca se pierda en otros labios,
que mi lengua acaricie otro espíritu.
Posaré
una sonrisa para mi amante,
me vengaré de las horas de trabajo,
seré feliz en
el oleaje que dibujo con mis dedos en la nada.
Leeré
los libros que se quejan conmigo de esta vida mecanizada,
libros que coloren
mis ideas.
Danzaré
con la melodía más pequeña,
la música siempre será el exilio del vacío.
Recordaré a diario que soy tan importante para mí, como las cuentas
bancarias para los políticos.